miércoles, 2 de octubre de 2013

M. 13

Hoy os voy a volver a hablar de alguien muy especial para mí.
De ella, de mi ejemplo a seguir, de la persona que más me importa, la única por la que daría todo.
Ella. 

Una persona, que nació en plena guerra civil, una que a partir de los 12 años tuvo que dejar los estudios para cuidar de sus hermanos pequeños, que tuvo que cuidar de su padre pese a todo, que se casó con uno hombre que no la valora como debiera, que no la cuida, que no le da el amor que ella merece; una persona orgullosa de lo que es, sabiendo sus virtudes y sus defectos. 

Alguien así quiero llegar a ser yo. Preguntarme cada noche al irme a dormir: ¿Ella estaría orgullosa de mí?. 

La veo cada día y siento que no la aprovecho lo suficiente.

La admiro tanto y por tantas razones. Por ser a día de hoy quien es, por haber aguantado tanto y seguir aguantando y pese a todo, mantener esa sonrisa. Que ha sabido hacer que la gente de su alrededor la respete, extrovertida, una grandísima persona. Y ahora que tengo 17 años, 17 años que he compartido a su lado y los que quedan, puedo decir que la conozco, que tengo recuerdos preciosos con ella, que me quedan mil momentos que crear a su lado. Que me quedan mil historias que escuchar, que queda mucho aún que llorar por ella.

Por tí, por mí, por verte un día más sonreír. 


Te amo.

Mi verano se ha resumido en:

En julio, me mudé a El Coto, una urbanización de El Casar.

Al principio, estaba un poco asustada porque sólo conocía a dos personas con las que sólo había hablado un par de veces.
La primera semana, la pasé en mi casa, sin salir, y avisé a Miriam, una de las dos chicas, para salir. A partir de ese día las cosas no me pudieron ir mejor.

Descubrí que la gente de Sanse, al fin y al cabo, no me consideraban especial ni importante en sus vidas, ya que, parece ser, que me han olvidado pronto; pero no me importa porque en Guadalajara he conocido gente que se ha preocupado por mí sin apenas conocerme, y no me usan de segundo plato a la hora de quedar.
Y para que la cosa mejore más aún, al ser El Casar, un pueblo pequeño, mis padres me dan muchísima más libertad de la que me han dado en Sanse.

Mi verano se ha resumido en eso, mudanza y conocer gente.

T.

No frené en su momento, no sé si me alegro u odio el momento en el que decidí pasar de todos... pasar de todos, menos de él.