Voy a hablaros a una chica adorable y alegre; cariñosa y fuerte. Voy a hablaros de Miriam.
Fue la primera chica con la que hablé, la primera con la que empecé a tener confianza. El caso es que ya la conocía, y habíamos hablado, dos veces como mucho. Es más, la conocí en persona y, en su momento, no le di mucha importancia. Y ahora, ay, ahora. Lo que yo quiero a esa niña no está escrito.
Cuando llegué aquí era una niña perdida. No conocía nada ni nadie. Estaba completa, total y absolutamente sola. Hasta que empecé a hablar con ella y me llevó a conocer gente.
Siempre que conocía a alguien, mi primera impresión se la daba a ella, y lo sigo haciendo. La cuento todo, es una chica fácil de querer.
Le debo mucho. Y le agradezco que me haya dejado poder confiar en ella y poder formar parte de su vida. Sus llamadas, las tardes en su casa, las fiestas, las críticas... Alguien con quien poder ser yo realmente.
Todo lo que hemos hecho y queda por hacer. Las tardes que nos pasaremos viendo películas, ir al Plaza, a Madrid, se tiene que quedar una noche a dormir a mi casa y lo va a hacer. No sé, espero que hagamos todas esas cosas y muchísimas más.
Miram, que te quiero mucho. Que gracias por soportarme, por aguantarme y quererme. Gracias por estar ahí siempre y por dejar que comparta un poco de mí contigo. Que eres muy bonita, tanto por fuera como por dentro. Que me encantas, que eres mi gatito, que espero que esto no sea cuestión de meses y un par de años. Mil gracias, de verdad.